El Poder del Silencio
- Michal Berg
- 5 jul 2016
- 2 Min. de lectura

El silencio es oro, y escaso cuando estamos con nuestros hijos. Pero los momentos de paz pueden estar disponibles para nosotros cada vez que así lo deseemos, incluso cuando estemos con nuestros niños. El silencio es oro, y escaso cuando estamos con nuestros hijos. Pero los momentos de paz pueden estar disponibles para nosotros cada vez que así lo deseemos, incluso cuando estemos con nuestros niños.Como padres estamos diciendo (o gritando) “¡Quietos!” a nuestros niños al menos ¿10 veces al día? Sin embargo, lo que estamos pidiendo y lo que realmente necesitamos podrían ser dos cosas distintas.Entre ese juguete súper ruidoso, el sonido del juego deportivo al fondo y las interminables disputas entre hermanos, solamente estamos pidiendo que se detengan los constantes sonidos externos. No obstante, la calma que ansiamos no tiene nada que ver con sonidos exteriores.El silencio es un estado del ser y el resultado de ser capaz de disminuir los sonidos indeseables de nuestro interior. Esos sonidos internos son normalmente los más fuertes y distractores –voces que han sido despertadas por la diversidad de nuestras interacciones en la vida, especialmente aquellas con nuestros hijos. Nos pueden hacer sentir ansiosos, estresados, enojados y reactivos.Silenciar esas voces y conectarnos con nuestro silencio interior es esencial para manejar los retos de la vida de manera proactiva y efectiva. Es como apretar tu propio botón de pausa antes de actuar.Imagina esto: Estás en un bote en medio de un mar tormentoso. Escuchas el crujir de las olas. Ves las olas altísimas. Sientes el rocío frío y salado del agua en tu cara. Cierras los ojos y cuando los abres, estás en una isla, fuera de la tormenta en total silencio y completa paz.Ya sean algunos segundos o algunos minutos, ahora es momento de reorganizarnos, evaluar la situación y elegir nuestros siguientes pasos de acción. ¿Fácil? No. ¿Posible? Sí. Se requiere de valor y práctica para no dejarnos llevar por la tormenta de emociones, drama y reactividad a lo largo del día, confiar en que la tormenta está aquí para enseñarme grandes lecciones si se lo permito. De nosotros depende soltar nuestros miedos y crear más momentos de silencio.Cada vez que sientas la tormenta de la vida envolviéndote, cierra los ojos y regresa a esa isla pacífica. Siéntete relajado, pide una guía, y tómate tu tiempo antes de hablar o actuar. Estos momentos preciosos harán una gran diferencia en tu interacción con tus hijos y tu estado de ánimo en general.“Necesitamos encontrar a Dios, y Él no puede ser encontrado en el ruido y la agitación. Dios es el amigo del silencio. Ve cómo la naturaleza –árboles, flores, hierba- crecen en silencio; ve las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio… Necesitamos silencio para poder tocar almas.” Madre Teresa de Calcuta.

























Comentarios