Di lo que quieres
- Michal Berg
- 25 ene 2017
- 2 Min. de lectura
¿Qué tan seguido te encuentras enfocándote y expresando todas las cosas que NO quieres –a tus hijos, tu pareja o tus compañeros de trabajo? ¿Qué tan seguido expresas claramente lo que SÍ quieres? Parece mucho más fácil para todos decir lo que no queremos en vez de lo que sí queremos.
Lo mismo es cierto con nuestros hijos. Un ejemplo clásico es cuando empezamos a dar ideas para la cena y ellos van a contestar “No, no quiero pollo”; “No, no quiero pasta”; “No, no quiero…”. Instantáneamente rechazarán todas nuestras ideas, pero no será tan fácil para ellos decirnos qué es lo que sí quieren comer.
Puedes pensar que esto es sólo un detalle y no tiene importancia, pero puede hacer la diferencia entre vivir una vida llena de conciencia de víctima y resentimiento, o con autonomía y alegría.
Mira el contraste: Puedo decirle a mi hijo, “No me gusta cómo me estás hablando, ¡no me hables así!” O puedo decir, “Quiero que me hables con respeto y amor, aún cuando no estemos de acuerdo”; “Me gusta cuando la gente me ve a los ojos al hablarme.” ¿Sientes la diferencia en el tono y en la energía entre “No te preocupa lo que es importante para mí”, “Eres muy egoísta”, contra “Necesito este tiempo de descanso para poder recargar energía”, “Soy muy feliz cuando hacemos esto juntos”?
¿Te diste cuenta que sonaron menos negativas las segundas frases, cuando claramente dije cómo quiero que sean las cosas en mi relación? El tono es mucho más poderoso porque no estoy siendo crítico ni controlador.
Muchas veces esperamos que la gente haga las cosas de cierta manera que nunca hemos expresado claramente. Todos tenemos una imagen perfecta de cómo queremos que salgan las cosas, y frecuentemente nos frustramos cuando las personas a nuestro alrededor no completan esa imagen- pero recuerda, es difícil adivinar la imagen de alguien más si no la ha compartido.
Cuando les decimos a nuestros hijos lo que queremos y lo que nos hace felices, nosotros:
Creamos un ambiente más amoroso y más abierto;
Usamos el poder de la intención para atraer resultados positivos;
Enseñamos a nuestros hijos a tener claro quiénes son y qué quieren en sus vidas.

Ganar en el Juego de la Vida significa ser feliz. ¿Qué te hace feliz?

























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